Tiempo atrás había perdido primero su trabajo, después los amigos y finalmente a su familia, harta ya de darle oportunidades y de soportar sus terribles borracheras llenas de odio y descontrol.
El día que se quedó completamente solo dejó ya de ser persona, perdió la dignidad, para convertirse en un títere adosado a una botella.
Un antiguo amigo apiadado de él le dejó “residir” en un trastero, un colchón en el suelo entre enseres viejos y en desuso de los que ya nadie se acordaba se convirtió en su triste hogar.
A urgencias, como tantas veces, le habían llevado los del Samur tras recogerle de entre sus propios excrementos y vómitos; se lo habían dicho claramente, este era el último aviso, solo se encontraba ya a un peldaño de la muerte.
El día que se quedó completamente solo dejó ya de ser persona, perdió la dignidad, para convertirse en un títere adosado a una botella.
Un antiguo amigo apiadado de él le dejó “residir” en un trastero, un colchón en el suelo entre enseres viejos y en desuso de los que ya nadie se acordaba se convirtió en su triste hogar.
A urgencias, como tantas veces, le habían llevado los del Samur tras recogerle de entre sus propios excrementos y vómitos; se lo habían dicho claramente, este era el último aviso, solo se encontraba ya a un peldaño de la muerte.
Al sentarse de nuevo en su colchón, tenía la boca seca, las manos le temblaban, un sudor frío le recorría el cuerpo, y su cerebro a punto de estallar. Se volvería loco de un momento a otro, no podía soportar más esa tortura.
Sabía que allí estaba, que en ese armario estaba aquella botella, pensaba en ella, soñaba con ella, era la única imagen en su cabeza.
No podía, no debía, sabía que estaba enfermo y que si no resistía ese terrible impulso daría un paso más hacia su destrucción total.
Entre sus manos aún tenía ese folleto con una dirección donde le ayudarían a salir de aquel pozo, en su mente, aquella botella.
2 comentarios:
Triste imagen la que una vez más traes a nuestros pensamientos. Mas aún si cabe, por ser esta una imagen tan repetida y cotidiana, que parece nos estemos acostumbrando a ella.
Hasta tu próximo relato.
Alex.
adelante, amiga... como tú sabes hacerlo, realista y sencillo, y en este caso, dramático.
Serpico.
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