Estoy convencida de que los objetos tienen vida propia y que nos demuestran su cariño, resentimiento o respeto. Esa figurita que odias y que no puedes quitar porque te la regaló la tía esa tan quisquillosa, ésa, no se rompe nunca, por mucho empeño involuntario que pongas, está allí, indestructible, retando tu posible mala fe.
Eso no ocurre con el otro objeto que trajiste de recuerdo de aquel viaje, ese que con todo cuidado envolviste en papel burbuja, que llevaste casi bajo palio en el aeropuerto para que no se rompiese y que quizás por nostalgia de su mundo, decide que tu casa no es un buen sitio para “vivir” y se suicida nada mas llegar, dejándote desolada.
Después están esos otros, esos que llegan a casa, se instalan cómodamente, felices ocupando su sitio y que a su manera, en perfecta simbiosis, hacen que tu casa sea ese sitio tan confortable donde te apetece estar. Esos que se convierten a la larga en retazos de tu vida y que permanecerán para que otros, en el futuro te recuerden a través de ellos.
Imagen sacada del yacimiento El Cabecico del Tesoro http://www.iesalquibla.com/Criterio/historia/EL%20CABECICO%20DEL%20TESORO.htm
1 comentario:
Interesante documento, como todos Froiliuba.
Creo que tienes razon, que a veces esos cacharros,parece que tienen vida propia y hasta sus intencioes malévolas, y así nos lo demuestran.
Besos y ánimo, aunque te lastimase un poco, no por eso dejes de utilizar ese cuchillo "celoso".
Publicar un comentario